Una de las desesperanzas de los ciudadanos es comprobar, como los servidores públicos aparecen señalados como corruptos y continúan en sus puestos como si nada ocurriera. Puede que en algunos casos, ese señalamiento sea obra de las connivencia de los medios de comunicación con los poderes factitivos y todo ello se daba a una montaje para 'cargarse' al 'enemigo'. Sin embargo, existen otras veces, que las instrucciones de los jueces señalan claramente los delitos y sin embargo, eso no afecta a esos 'elegidos', que se aferran al poder, e incluso legislan para que nadie les pueda levantar la voz.
Todo esto tiene que acabar y dudo mucho, que los que han 'gobernado' el aparato legislativo hasta el momento, lo hagan. En ello, no solo meto a los grandes partidos, sino a los pequeños que han acompañado a veces con su voto en esta desvergüenza.
Lo primero que hay que conseguir, es la libertad de voto del elegido, sea diputado, senador o concejal. Solo debe responder ante sus electores y no tragar con las directivas que les obligan a ir en contra de su voluntad.
La inmunidad de los elegidos, debe ser la misma que la de sus electores, es decir ninguna. Y tan pronto haya una sospecha fundada de delito, avalada por la justicia, deben de apartarlo de su representación, empleo y sueldo.
Los corruptos no van solos, sino que necesitan de la otra parte para corromperse, así que, al tiempo que el corrupto sea apartado de su puesto, el corruptor y la empresa que representa, debe ser apartada de cualquier contacto con las administraciones.
Y por supuesto, se necesita una purga judicial, que elimine todos los elementos tóxicos, que están trabajando para el poder corrupto, en vez de hacerlo para la justicia. Desde el escalón mas bajo, hasta el Tribunal mas alto.
Son cosas muy simples, pero a ver quien le pone el cascabel al gato.
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