viernes, 5 de agosto de 2005

Cuaderno de viaje (V)

Hoy toca recogida de bartulos para seguir el tour. Amanecemos en Amsterdam -o cerca- y si todo va bien dormiremos en Bruselas. Otra ciudad, otro pais, otras formas de ver la vida.
El dia se presentaba ajustadito de eventos. Habia que ir del centro al norte, para volver otra vez hacia el sur camino de Belgica.
El primer alto, despues de un hasta pronto a Amsterdam, seria en un polder lleno de molinos, donde pudimos admirar el entorno y aprender como se le gano terreno al mar, para conseguir una pais con el doble de terreno pisable.
polder
Molinos de diferentes tipos: para moler, para sacar agua, etc.
Estamos en Frisia, patria de las frisonas, que como muchos habran adivinado son las vacas con manchas blancas y negras que inundan los pastos de medio mundo.
Mas arriba, llegamos al gran dique. Obra faraonica de 30 kilometros de longitud, que como Moises en sus buenos tiempos, separo las aguas, en este caso de dos mares, para evitar las inundaciones continuas.
En el centro del dique, hay unos monumentos, asi como un bar con fotografias de los trabajos de construccion de dicho dique. Hay que tener en cuenta los años en que se construyo y que los bloques de piedra fueron traidos de otros paises, ya que en Holanda, no hay montañas que "deshacer" para estas construcciones.
El dia es lluvioso, airoso y frio. La soledad del lugar, rodeado de agua a los dos lados de un dique interminable de ver por ambos lados, hace mas fria la mañana.
Bajamos hacia los polder queseros. En Edam visitamos, nos ilustramos documentalmente de su elaboracion y degustamos quesos en una Fabrica. Como buenos guiris, compramos unos cuantos quesos, asi como una cuchilla que corta el queso con gran facilidad y que seguro luego no sabremos emplear con tal destreza, pero esto entra dentro de lo normal.
Proseguimos viaje hasta Volendam, precioso pueblo costero, donde visitamos las diferentes tiendas, buscando objetos que llevar de recuerdo de nuestro paso por este pais. Al margen de otras compras, encuentro en una calle un poco escondida una tienda de objetos decorativos y me agencio a muy buen precio dos negritos, uno saboreando una taza de "colacao" y otro tocando el saxo. Casi te quemas con la taza al tiempo que escuchas la melodia que interpreta el compañero. El dueño, nos atiende con gran amabilidad, al tiempo que nos recuerda sus tiempos de estancia en Altea. Se le ve en los ojos, la nostalgia de un maravilloso recuerdo.
negritos
Comemos en este pùeblo en un restaurante con aire de museo, cargado de cuadros en sus paredes y con mobiliario de principios del siglo pasado o quizas mas antiguo. Es tranquilo y comemos bien.
Proseguimos viaje hasta la Haya, en donde la misma guia que nos ha acompañado durante estos dias nos guia por su la ciudad y nos acompaña hasta Madurodam, en donde nos tramita la entrada, con lo cual ganamos tiempo.
La guia no entraba en el precio, por lo que hubo que "escotar" sus honorarios extras.
El parque de Madurodam es una representacion a escala de edificios y lugares de Holanda, algunos con vida "mecanica" automatica y otros revividos mediante una moneda de 10 centimos de Euro.
Tras las despedida de Elisabeth, proseguimos viaje hasta Bruselas. Decimos adios a Holanda.
Casi anocheciendo, entramos a la ciudad en la que tenemos previsto dormir tres noches. Nos adecentamos un poco, para trasladarnos a pie a dos manzanas, dos grandes manzanas llenas de manzanitas que nos cuesta mas de veinte minutos, para desembocar en el mas cutre de los restaurantes que hemos estado hasta el momento.
Pero si cutre era el sitio, el menu no le iba a la zaga. La ensalada nos esperaba junto a unos entremeses encima de las mesas cuando llegamos, no se cuanto tiempo llevarian, pero el segundo, un filete de carne debia de llevar bastante tiempo, porque resultaba bastante incomestible. Llego el tiempo del postre y como una prueba para nuestra solidez como grupo, nos sirven por mesa platanos y manzanas, una pieza por cabeza y menos mal que no estabamos en plan caprichoso, porque si todos quieren la misma fruta, aquello hubiera acabado mal.
Dias despues nos enteramos que ese restaurante, donde sufrimos casi todas las comidas y cenas de nuestra estancia en Bruselas, se dedica solo a comidas para grupos. Seria importante que se especificara en el folleto que tipo de menus y en que tipos de restaurantes se realizaran las comidas, porque tan importante como los desplazamientos son los alimentos, y estos realmente dejaban mucho que desear.
Cae la noche sobre Bruselas, hace buena temperatura y volvemos caminando hacia el hotel. Pasamos ante la Bolsa de Bruselas y enfilamos el Boulevard Anspach, para buscar la Rue du Midi, donde estamos alojados.
Afortunadamente, el hotel proporciona acceso a internet por medio de bonos de 5 euros la media hora, una ganga si se tiene en cuenta los 15 euros por el mismo tiempo en el hotel de Amsterdam. Por lo menos hare limpieza de mensajes en el correo. Asi podre dormir mejor esta noche, ¿o sera por el cansancio?.

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